domingo, 14 de septiembre de 2008

La historia de Juan Mañas



Esta historia me la contaba mi padre......

"Un hombre y su hijo iban todos los días al monte a recoger leña, tenían una burrita en la que cargaban la leña y la transportaban hasta el pueblo. Padre e hijo se ayudaban mutuamente, cortaban la leña, hacían los haces y entre los dos cargaban la burrita. 

Un día, el padre cayó enfermo y le dijo a su hijo que subiera con la burrita al monte a por la leña. De momento el hijo dudó:
-Pero padre, yo sólo no podré cargar la leña en la burra.
A lo que el padre le contestó:
- No te preocupes hijo, cuando hayas cortado la leña, hechos los haces y listo para cargarlos a la burra, solo tienes que llamar a Juan Mañas, él te ayudará, llámalo.

El hijo agarró la burrita y se encaminó al monte, dispuesto a hacer el trabajo. Todo el día estuvo cortando leña, amontonándola y haciendo los haces, y llegó el momento de cargar la burra. Bueno, pensó, voy a llamar a Juan Mañas para que me ayude a cargar.
-Juan Mañas - gritó una vez.
-Juaaannn Maaaañaaas - gritó más fuerte.
-Juan Maaaaaaaaaaaaaañaaaaaas - gritó y gritó llamando y allí no acudía nadie, nadie le contestaba.

El tiempo pasaba y el hijo esperaba llamando a Juan Mañas, pero nadie respondía, y la noche se venia rápidamente. El muchacho estaba cada vez más nervioso, más malhumorado, insultaba para sus adentros al dichoso Juan Mañas por no acudir a su llamada, se veía con un gran problema, cada vez oscurecía más y estaba solo y tenia que cargar la burra. Una vez más intentó, gritando con todas sus fuerzas:
- Juan Maaaaaaaaaaañas - y el resultado fue el mismo, nada.

El muchacho, de mala gana y malas maneras y como pudo, por fin cargó la burra, le caían las gotas de sudor por la frente, tenia muchos arañazos de las ramas, pero la burra quedó cargada y se encaminó a toda prisa hasta su casa. Al llegar, el padre le estaba esperando, tranquilo, y le preguntó:
- ¿Qué tal se te ha dado la faena tu solo, hijo?
- ¿Qué qué tal? padre, corté la leña, hice los montones y los até, cuando ya solo había que cargarlos en la burra llamé a Juan Mañas y allí no vino nadie. Ese Juan Mañas me dejó plantado, mira que lo llamé una vez y otra y otra y ni asomó.
- ¿No? ¿y qué hiciste entonces? preguntó el padre con cara de intrigado.
- ¿Qué podía hacer, padre? como este hombre no venia y la noche se echaba encima, como pude cargué la burrita y me vine.
- Aaaaaaahhh, entonces sí que Juan Mañas acudió en tu ayuda al final. Tuviste la maña para cargar la burra tú solo, no te hizo falta nadie más. ¿Comprendes quien es Juan Mañas?

La situación (el problema) obligó al hijo a buscar una solución. Ahora soy yo quien cuenta esta historia a mis hijos.......

Problemas = Soluciones

Siguiendo con el tema de la actitud. Otra cosa en la que creo firmemente es que los problemas existen porque existen las soluciones. En la vida nos encontramos con múltiples soluciones para resolver cualquier problema, ¡ojo! he dicho múltiples, para un problema tenemos varias soluciones, realmente el problema se convierte en saber cúal de estas soluciones es la mejor a aplicar en cada caso. Si tomamos esta cuestión con optimismo, comprenderemos que el problema en sí, el original, ha dejado de ser tal, porque ya tenemos las soluciones, nuestro siguiente paso solo es cuestión de elección, y esto ya no es un problema.

Visto de este modo, la vida se simplifica mucho, y se hace muchisimo más agradable. Alguien podria decirme: "Claro, que fácil lo ves, que fácil lo haces, pero luego en la práctica no es tan fácil". Pues yo insisto, sí, es fácil verlo y hacerlo.

Hay personas que se regodean en sus desgracias, en sus problemas, que están agusto y cómodos en el papel de victimas, y para nada quieren cambiar, porque si cambian o simplemente lo intentan, se pueden encontrar con algo desconocido, y ese miedo a lo desconocido es terrible. 

Cuando llegamos a este mundo, lo hacemos sin conocer el miedo, éste se va implantando en nuestras vidas, por experiencias, por educación, por mensajes inconscientes que vamos recibiendo, por mimetismo. Pero tambien nacemos con una mente capaz de razonar, y podemos discernir si ese miedo es razonable o no, y además tenemos la capacidad de eliminarlo, pero ¿cómo?, simplemente queriendo hacerlo, deseando eliminarlo, queriendo cambiar. Esto está en nosotros, dentro de nosotros, solo hay que querer cambiar. Es tan sencillo.

De nada sirve quejarse, y yo digo que sí sirve, lo que pasa es que de tanto quejarse, ya uno se acostumbra y sigue quejándose, y sigue, y eso lleva a seguir quejándose. Vale, pongamos el caso contrario, de algo sirve no quejarse, no quejarse lleva a no ser víctima, cuando sintamos eso asi, no nos quejaremos, veremos que no tiene sentido y seguiremos sin quejarnos, no tendremos motivo para hacerlo y no lo haremos. Desea el cambio, quiere el cambio, y todo cambiará. Solo hay que decidir cúal es nuestra solución de entre todas las que se nos ofrece para nuestro único problema.

Tu cambio vendrá cuando tú quieras que venga.

viernes, 12 de septiembre de 2008

El Secreto para tener Éxito en la Vida


Me he dado cuenta de algo muy importante. Sin saberlo, yo estaba haciéndo algo a lo largo de mi vida, algo que no sabia siquiera que pudiera tener un nombre, como comer cuando ingiero alimentos o correr cuando me desplazo con velocidad, ni siquiera sé cómo llamarlo. Pero sí sé que es más una actitud que otra cosa, actitud ante la vida, ante las cosas, las experiencias. 

Nos suceden cosas desde que nacemos hasta que morimos. Muchas son agradables, muchas desagradables, otras cotidianas, otras esporádicas, algunas efímeras y otras interminables, unas memorables y otras olvidadas al segundo siguiente. 

Si nos paramos un momento a pensar todo lo que nos ha pasado en nuestra vida hasta ahora mismo, hasta este momento en el que yo escribo y tú lees, nos han pasado infinidad de hechos, a tí y a mí y a todos. 

El caso es que llega una edad en la que puedes reflexionar sobre tu vida, y no me refiero a una edad concreta, no hablo de llegar a los treinta o a los cuarenta y ni mucho menos de hacerlo cuando estás llegando a la edad de jubilación, no. Reflexionar sobre la vida de uno se hace en cualquier momento, a los 15 años y a los 85 años. Es más, ni siquiera hace falta un hecho extraordinario para ponerte a reflexionar sobre nuestra vida. 

Con este blog pretendo ir haciendo una reflexión de cómo nuestra actitud ante la vida nos puede llevar por unos caminos u otros, de según cómo nos tomemos lo que nos viene puede determinar lo que nos vendrá, de cómo podemos descubrir dones que ni siquiera pensabamos que teniamos, de cómo podemos ser capaces de algo sin saberlo, de cómo conseguir lo que queremos si sabemos cómo buscarlo. De tener éxito, el mío me llegó hace casi tres meses.

Mañana te cuento más.